LOS CEMENTERIOS JUDIOS DE BUDAPEST
Budapest fue una de las grandes capitales judías de Europa Central y Oriental antes de la Segunda Guerra Mundial. Tenía 250.000 judíos, algo más del 23% de la población total de la capital húngara y más de la mitad de la comunidad hebrea de Hungría. Esta población estaba muy organizada, contaba con importantes instituciones, participaba de la vida social, política, cultural y económica de Hungría se encontraba relativamente integrada, a diferencia de otras comunidades judías con menor grado de participación en las sociedades de sus respectivos países.
Al ser una gran comunidad, hay que reseñar que contaba con seis cementerios judíos que describimos a continuación. En la parte de Pest de la ciudad de Budapest nos encontramos con los siguientes cementerios: el de la calle Dohany, de rito neolog, al lado de la sinagoga que se encuentra en el mismo centro de capital húngara; el cementerio Kerepesi, en la calle Salgortajani y del mismo rito que el anterior; el cementerio ortodoxo de la calle Granatos; y, finalmente, el de Rakoskeresztur en la calle Kozma y también de rito neolog.
Respecto a la parte de Buda nos encontramos con tres cementerios: el conocido como cementerio judío de Obuda, en la calle Kulso Becsi, número 369, del rito Neolog; el de Farkasret, también Neolog, en la calle Erdi, número 9; y, el último de esta zona, que es el conocido como Viejo Cementerio Judío Ortodoxo, en la calle Csorsz.
Conviene antes de seguir, referimos a lo que se conoce como rito o tendencia religiosa neolog, a la que definimos, de acuerdo en lo encontrado en una página web que tiene alguna relación con la comunidad judía húngara, así: “Neologs proviene de la palabra húngara “neológ irányzat”, que es una de las dos grandes organizaciones comunales dentro de la judería húngara. Socialmente, los neologs habrían sido liberales y modernistas, habiendo estado más inclinados a la integración en la sociedad húngara desde la era de la emancipación y de las revoluciones en el siglo XIX. Ésta era su característica principal, y los neólogos eran en gran parte el cuerpo representativo de los judíos urbanos, asimilados de clase media y alta. Religiosamente, el rabinato neolog fue influenciado principalmente por la escuela Positivo-Histórica de Zecharias Frankel, de la cual también evolucionó el judaísmo conservador, aunque el liderazgo rabínico formal tenía poco dominio sobre el establecimiento comunitario y los congregantes en gran parte asimilacionista. Su ruptura con los judíos ortodoxos tradicionalistas y conservadores fue institucionalizada después del Congreso Judío Húngaro 1868-1869, y se convirtieron en una denominación independiente de facto”. Resumiendo, se trató de una de las clásicas rupturas entre el judaísmo más tradicional y el más liberal, siempre más integracionista y aperturista en las formas y en los modos.
Antes de concluir con esta reseña, tenemos que destacar que el gran cementerio judío de Budapest y el que te recomendamos encarecidamente es el que es conocido como Rakoskeresztur. Se encuentra al lado del Nuevo Cementerio Público (Újköztemető) y es uno de los más grandes de Europa, siendo bien conocido por sus monumentos y mausoleos inusuales. Es poco común para un cementerio judío, porque incluye figuras humanas esculpidas y mausoleos elaborados en una variedad de estilos, sobre todo varios mausoleos en el estilo Art Nouveau o jugendstil, tal como hemos podido leer en la información que hemos encontrado sobre este recinto sagrado en las páginas de Wikipedia.
El cementerio de la calle Kozma se abrió en el año 1891 por la comunidad judía de Budapest. Es el mayor cementerio judío de Budapest, además de ser uno de los más grandes del continente. Durante su historia ha sido el lugar de sepultura de más de 300.000 personas. Todavía sirve a la comunidad judía de Hungría, que es la tercera más grande de Europa, aunque no tengo datos fiables acerca del número de judíos que viven en esta ciudad hoy en día.
Hemos encontrado esta reseña en las páginas de la Gran Sinagoga de Budapest (http://www.greatsynagogue.hu/t_cemeteries.html), que es la que se encuentra en la calle Dohany, y que nos aporta algunos elementos más acerca de este gran campo santo: “Este cementerio judío es el más grande de su tipo en Hungría. Fue inaugurado en 1893, junto al Nuevo Cementerio Público (Uj koztemeto). El monumento a las 600 000 víctimas húngaras del Holocausto se encuentra en este cementerio. Las tumbas, los mausoleos y los santuarios son impresiones excelentes de la cultura judía y de la secesión húngara (Art Nouveau), la arquitectura de la vuelta del XIX, siglo XX. El santuario más conocido es la tumba de Schmidl, hecha para la familia de Sandor Schmidl en 1903. Dos arquitectos famosos de la época, Bela Lajta y Odon Lechner, diseñaron esta hermosa tumba usando la cerámica Zsolnay”.
LA IRRUPCIÓN DEL HOLOCAUSTO Y EL FINAL DE LA VIDA JUDÍA
Sin embargo, como sucedió en toda Europa, a raíz de la llegada al poder de Hitler en Alemania, en 1933, las cosas cambiaron súbitamente y el gobierno húngaro -de corte derechista y nacionalista- se derechizó aún más y se fue acercando, paulatinamente, al régimen nazi. Los años en que estuvo en el poder el regente Miklós Horta (1920-1944) se caracterizaron por un nacionalismo revisionista que reivindicaba una Gran Hungría, un autoritarismo rayano en el totalitarismo, la presencia de un marco formal democrático pero vacío de contenidos fundamentales y libertades y una polaca exterior orientada hacia la Alemania nazi.
Este giro a la derecha en el país, cada vez más condicionado por la emergencia de grupos políticos fascistas que veían en el modelo nazi la panacea que podía sacar a Hungría de la grave crisis que padecía, tendría también su traducción en el tratamiento que dio el régimen a los judíos, tal como explica muy oportunamente una página de la comunidad judía: “Con el aumento de la influencia alemana en la vida política del país se introdujeron leyes especiales contra los judíos, con el objeto de disminuir su influencia económica, cultural y social y asegurar la prioridad de los cristianos. La primera ley, en 1938, restringió las actividades comerciales e intelectuales de los judíos, fijando el tope en 20°/o. También se restringió el derecho de comprar y/o arrendar terrenos para la agricultura y ganadería. En 1939, según la Segunda Ley Judía, el tope disminuyó hasta 5°/o y los judíos fueron despedidos de casi todos los empleos intelectuales, caducaron sus permisos de comerciar en ciertos ramos, no podían ser funcionarios públicos, se los expulsó de las fuerzas armadas, de la policía y de las cámaras profesionales, se introdujo el “númerus clausus” también en las escuelas secundarias etc. En 1941 se introdujeron las leyes raciales, las que catalogaban como judío a todas las personas -independientemente de la religión que confiesa- quienes tenían un solo abuelo/a judío/a. Se prohibieron los casamientos mixtos y el concubinato o relaciones sexuales entre judíos/as y no judíos/as fueron severamente castigados. En el mismo año se eliminó legalmente la igualdad de la religión judía, se restringió la publicación de periódicos, de revistas y la actividad de ciertas instituciones judías, y se prohibió completamente la inmigración”.
Pese a todo, Horthy se negó a ir más allá y no se iniciaron hasta el año 1944 las primeras deportaciones en masa de la población judía húngara. A partir de enero de 1944, cuando los alemanes tienen casi definitivamente perdida la guerra después de haber sufrido numerosos reveses, los campos de la muerte trabajan a un ritmo infernal, al considerar que los judíos estaban muriendo demasiado lentamente y que se necesitaba acelerar al máximo el exterminio de los hebreos de Europa. Hitler, junto con sus colaboradores en la mayor persecución de la historia, pretendía que Hungría se implicase en la guerra y que también colaborase en el envío masivo de los hebreos a los campos de la muerte. Horthy, que es un antisemita convencido pero no un criminal, se seguía resistiendo. Incluso una entrevista entre el dictador húngaro y el máximo dictador nazi fracasa, debido a las reticencias de Budapest en implicarse a fondo en el genocidio organizado.
El 19 de marzo de 1944, cuando todo parece indicar que Alemania saldría derrotada del conflicto bélico, Hungría es ocupada por los nazis, que ya no ocultan su malestar por el doble juego húngaro, manteniéndose teóricamente en el bando nazi pero negociando con los aliados y soviéticos una salida airosa de la guerra. Hitler ocuparía Hungría con el fin de que todos los judíos húngaros, junto con los que habían escapado de Eslovaquia, Rumania y Polonia, fueran enviados a los campos de la muerte.
Muy pronto, e instalada una administración en Budapest dócil a los deseos de los alemanes, la maquinaría genocida comenzó a trabajar y la persecución de los judíos se llevó a cabo de una forma metódica y “profesional”, tal como habían hecho los alemanes en otras partes ocupadas. La desesperación en la comunidad judía, bien contada y relatada por Béla Zsolt en su novela Nueve maletas, se hace patente y todo parece indicar que miles de personas con la estrella amarilla sobre sus solapas han quedado atrapadas en la hasta ahora tranquila Hungría.
Entre 1944 y 1945, siguiendo los planes de los nazis ayudados por los verdugos voluntarios de Hitler, unos 450.000 judíos fueron asesinados en los campos de la muerte y en las matanzas perpetradas por los fascistas. De ese cifra hay que reseñar la muerte de miles que murieron cuando empezó el asedio de Budapest por parte del Ejército Rojo sobre la capital húngara, sometida a escasez, combates y bombardeos. El partido fascista húngaro aliado de los nazis y en el gobierno en el último momento, la Cruz Flechada, aprovechando el caos reinante, se lanzó a una sádica oleda de violencia contra la población judía en la ciudad. Linchamientos y matanzas colectivas se realizaron en las calles, haciendo fusilamientos en masa o torturando delante de otros ciudadanos a judíos a los que se hacía practicar flexiones sobre bayonetas. A veces mujeres e incluso sacerdotes católicos participaban en las matanzas, estos últimos gritando: “¡En nombre de Cristo…fuego!”. La mayor matanza se llevó en los puentes sobre el Río Danubio, en los cuales a los judíos se los tiraba en interminables filas atados de dos, otorgando un disparo de pistola a uno que arrastraba con su peso al otro hacia el fondo. Antes de ser arrojados al frío Danubio, siguiendo las rancias tradiciones fascistas, eran despojados de todos sus bienes de valor. (Fuente consultada: http://www.eurasia1945.com/acontecimientos/crimenes/hungria/).
En estas masacres antisemitas antes de la llegada de los sovieticos, adquirieron especial relevancia internacional cuando algunos diplomáticos se opusieron al frenesí genocida de los nazis y sus aliados húngaros. Entre esos profesionales, hay que señalar la presencia de un español, Angel Sanz-Briz, apodado el “angel de Budapest” y que pudo haber salvado antes del cierre de la legación española a unos 5.000 judíos, arriesgando su carrera, su prestigio y su vida. Pero hubo más, como fue el caso de Giorgio Perlasca de Italia, que siguió la estela de Sanz-Briz otorgando pasaportes españoles a los judíos refugiados en las instalaciones con bandera española, el sueco Raoul Wallenberg, secuestrado seguramente por los soviéticos tras el fin de la guerra y “desaparecido” para siempre, el portugués Carlos Branquinho y los suizos Carl Lutz y Friedrich Born.
Una vez concluida la guerra, y liberada Hungría por los soviéticos, quedaban con vida algo más de 100.000 judíos, una cifra que tras la sangrienta revolución de 1956 -aplastada con los tanques del Pacto de Varsovia- la cifra disminuyó aún más y la vida judía se apagó casi definitivamente hasta hoy, en que ha habido un tímido y positivo despertar en todos los órdenes. Hoy la cifra -según me cuenta Jack Goldstein, un judío húngaro afincando en Colombia- podría superar los 100.000 (¿?).
REFLEXIONANDO SOBRE LA TRAGEDIA JUDIA EN HUNGRÍA
Preguntada sobre cómo sobrevivió al Holocausto, la pensadora y filósofa húngara Agnes Heller, en una entrevista realizada por el diario español El País, contestaba así: “Como todo el mundo que consiguió salir vivo de aquello, por accidente. Mi padre fue asesinado en Auschwitz, mi madre y yo estuvimos a punto de morir, pero de alguna forma nos libramos. Los Flechas Cruzadas (los fascistas húngaros) mataron a muchos judíos junto al Danubio, pero pararon antes de llegar a nuestra casa. También me dispararon, pero como soy baja, el tiro pasó por encima de mi cabeza. En otro momento nos pusieron en una cola. Supe que no debíamos quedarnos allí porque nos iban a matar y logramos escapar. Aunque eso no fue suerte, sino instinto”.
La misma Heller señalaba las culpas de Hungría en este asunto, tal como recogía la entrevista del diario El País: “Muchos países rechazan estudiar la participación de sus propios nacionales en el Holocausto, no admiten que no fue solo un crimen cometido por los nazis. ¿Es el caso de Hungría? Ningún país fue tan malo como Hungría. Piense que el 70% de los judíos franceses sobrevivieron a cuatro años de persecuciones nazis y que 500.000 judíos húngaros fueron asesinados en seis meses. [El oficial de las SS alemanas] Adolf Eichmann vino aquí con 300 personas. Los nazis no pudieron matar a 500.000 ciudadanos sin la ayuda de los húngaros. Hubo una complicidad enorme”.
En una entrevista realizada por el que suscribe estas líneas a Ana María Goldstein, superviviente del Holocausto y víctima en primera persona de la intolerancia, le preguntaba: ¿Qué mensaje les daría a los jóvenes para que aprendan la lección que la historia nos ha dado con el Holocausto? Y me contestó así Goldstein, un testimonio que dejó como epílogo de esta reseña:”Que no es suficiente mantener vivos los recuerdos, es de primerísima importancia la formación de la juventud en valores de derechos humanos para prevenir genocidios en el futuro. Que entiendan que fue la intolerancia, el odio, la discriminación, la xenofobia, los prejuicios y la falta de respeto por la vida los verdaderos motivos que provocaron el Holocausto. Que no permitan que jamás en ninguna parte se humille, discrimine o persiga a nadie por su raza, credo o filiación política”. Ojalá sirvieran estas palabras de antídoto ante la bestia que todavía dormita en el interior mismo de nosotros mismos.
Direcciones:
En Pest:
Rakoskeresztur (conocido como el de la calle Kozma)
Cementerio judío rito Neolog
Budapest, Distrito 11, Kozma utca 6
Kerepesi ut Jewish
Cementerio judío también rito Neolog
Budapest, Distrito VIII, Salgotarjani utca
Cementerio judío Dohany utca
Budapest, Distrito VII, Dohany utca 2
Granatos utca
Cementerio judío de rito ortodox
Budapest, Directorio X, Granatos utca 12
En Buda:
Cementerio judío de Obuda rito Neolog
Budapest, Distrito III, Kulso Becsi utca 369
Farkasret
Cementerio judío rito Neolog
Budapest, Distrito XII, Erdi útca 9
Viejo Cementerio de rito ortodoxo
Budapest, Distrito XII, Csorsz utca