ISTORIA DE LOS JUDIOS DE BUCOVINA
Antiguo espacio territorial enclavado en el Imperio Austro-Húngaro, esta región ha cambiado de manos varias veces en su historia para acabar repartida entre Rumania y Ucrania tras la Segunda Guerra Mundial. Los judíos fueron un elemento determinante y constituyente de su antaño verdadera identidad multicultural, plural y abierta.
por Ricardo Angoso
Bucovina es una de las regiones históricas de Europa Oriental que ha cambiado a lo largo de su historia numerosas veces de manos, siendo un territorio que siempre estuvo en disputa entre los grandes imperios. Por esta pequeña región de algo más de 10.000 kilómetros cuadrados han pasado los turcos, los rusos, los rumanos, los soviéticos y los ucranianos. Tras la Segunda Guerra Mundial, y como consecuencia de los Tratados de París de 1947, Bucovina quedó dividida entre Rumania y la República Socialista de Ucrania integrada en la URSS, a la que se le adjudicaron dos terceras partes del territorio histórico de la región. Así, Rumania fue castigada por su colaboracionismo y fidelidad casi hasta el final a la causa nazi.
Los judíos, atrapados en esos juegos imperiales, si se les puede denominar así, eran uno de los pueblos constituyentes de la región y tenían un papel protagónico en la vida social, cultural y económica de Bucovina, pero, como en tantas otras zonas de Europa, eso no fue óbice para que fueran víctimas del antisemitismo reinante en esta parte del continente.
Según hemos podido leer en la Enciclopedia Yiyo de los Judíos en el Este de Europa, “el primer censo austríaco de 1775 indicaba la presencia de 526 familias judías en Bucovina, concentradas principalmente en las ciudades de mercado. En 1776, el número de judíos había aumentado a 2.906; el aumento repentino de la inmigración procedente de Galicia, Ucrania y Moldavia obligó a las autoridades austríacas a recurrir a medidas represivas, incluido el destierro de los recién llegados. Después de 1790, el número de judíos que se establecieron en Bucovina volvió a aumentar, impulsado por las exenciones fiscales, así como por la ausencia del servicio militar obligatorio (hasta 1830)”.
Esta población no hizo más que aumentar y crecer desde el siglo XIX hasta los fatídicos años cuarenta del siglo pasado. La misma fuente anterior nos informa que en 1802, los registros mostraban que en Bucovina vivían 3.286 judíos; en 1821, 6.077; en 1830, esta cifra había aumentado a 7.726; y en 1846, había 11.581 judíos de una población total de 371.131. A excepción de los que se establecieron en el campo, entre los que había algunos agricultores, la mayoría de los judíos residían en pequeños centros urbanos donde estimulaban el desarrollo económico en sus roles como comerciantes (en 1826, de un total de 62 propietarios de empresas registradas en Bucovina, 44 eran judíos), artesanos y propietarios de talleres industriales, taberneros, prestamistas, constructores y propietarios de bienes raíces.
Las dos grandes urbes donde desarrollaban sus actividades los judíos y se organizaron efectivamente sus comunidades eran Suceava y Cernauti, ciudades que en la actualidad están separadas por una frontera, ya que la primera de ellas pertenece a Rumania y la segunda a Ucrania. Sobre la personalidad de la comunidad judía de Bucovina hemos encontrado esta definición de una escritora local, Galyna Dranenko, que nos ha parecido muy acertada:”La propia comunidad judía de Bucovina era múltiple. Estaba compuesta por judíos jasídicos, judíos ortodoxos y seguidores de la Haskalá. Estos últimos eran judíos emancipados de la región que defendían reformas en el judaísmo, como la modernización de las formas y prácticas religiosas. El lugar de reunión y culto de estos reformistas fue construido en Czernowitz -Cernauti en rumano- en 1877, la Gran Sinagoga Coral, el Templo donde, por ejemplo, cantó Josef Schmidt, un tenor de fama mundial, llamado el «Caruso de Bucovina». Hoy en día, debido al periodo soviético, el templo alberga un cine, pero… esa es otra historia. Sólo añadiré que, antes de 1918, además del Templo, la capital bucovina contaba con 70 sinagogas y el palacio del representante de una poderosa dinastía de tzadiks bukovinos, un gran rabino de Sadagora, Israel Friedman de Ruzhyn”.
El relato de la Enciclopedia Yiyo nos aporta muchos datos sobre el desarrollo de la comunidad en los siglo XIX y XX, tal como recogemos literalmente:”La eliminación gradual de la discriminación económica y política contra los judíos en la monarquía de los Habsburgo tras la revolución de 1848, que culminó con la emancipación total en 1867, fomentó la rápida expansión de la burguesía judía en Bucovina. La autonomía total concedida a la provincia generó nuevas oportunidades de desarrollo económico. La perspectiva de prosperidad alentó la inmigración judía desde Galicia y los países vecinos: el número de judíos aumentó de 14.581 (3,82% de la población total) en 1850 a 67.418 (11,79%) en 1880 y a 102.919 (12,9%) en 1910. Los empresarios judíos desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del capitalismo en Bucovina. En 1906, casi la mitad de los ingresos fiscales de la provincia procedían de los judíos”.
En este contexto de desarrollo y crecimiento de la comunidad judía local, Cernauti vibraba con luz propia y era conocida por la notable actividad artística, cultural, educativa y religiosa de la comunidad judía. No es extraño, por tanto, que Cernauti haya tenido un gran número de nombres perifrásticos que connotan esta dimensión multicultural: «Pequeña Viena», «Pequeño París», «Jerusalén de Bucovina», «Pequeña Jerusalén del Pruth»…y muchos más.
A la par de ese desarrollo en todos los órdenes de la vida, las ideas sionistas calaron en la población judía de la región. Las tendencias “nacionales” judías, que surgieron como reacción al creciente antisemitismo en toda Europa, fueron bien recibidas en Bucovina, que envió tres delegados al Primer Congreso Sionista Mundial convocado en Basilea en 1897. La primera organización sionista en Bucovina se creó en 1901. Buscando influir en la política local, se estableció un partido nacional judío en 1901 bajo el liderazgo de Benno Straucher. En 1910, los sionistas, liderados por Leon Kellner y Mayer Ebner , se separaron del partido nacional y crearon su propio partido. En 1908, se estableció el Bund Socialista como una organización separada, y en 1911 se unió al Żydowska Partia Socjalno-Demokratyczna (Partido Socialdemócrata Judío de Galicia).
DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL AL HOLOCAUSTO
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Bucovina fue ocupada por los rusos y muchos judíos emigraron por temor a ser perseguidos o víctimas de los pogromes que tradicionalmente se producían en numerosas ciudades rusas. Además, la guerra tuvo fatales consecuencias para los judíos porque la derrota del Imperio Austro-Húngaro en la contienda significó que los aliados adjudicaran esta región a Rumania. De pronto, los judíos se convirtieron en ciudadanos de segunda y perdieron sus derechos civiles, que no recuperarían hasta 1920. Además, los judíos y casi todos los habitantes de Bucovina utilizaban el alemán como lengua principal y ahora se les obligaba a hablar rumano y los que no lo hablaban, perdían sus empleos y eran marginados de la vida social, política y económica.
“En 1930, había 92.232 judíos (10,8% de la población) residiendo en la antigua provincia de Bucovina. Aunque los judíos eran ahora reconocidos como una minoría nacional (algo que no había sucedido bajo el dominio austríaco), fueron sometidos a un lento proceso de marginación y pérdida de estatus legal, ya sea directamente (bajo la presión resultante de la política centralizada de “rumanización” de la nueva provincia) o indirectamente, a través del continuo crecimiento del antisemitismo promovido por la extrema derecha”, nos explica con mucho acierto la Enciclopedia Yiyo.
Los años treinta, en que Europa se debate entre el comunismo y el fascismo, serán años muy difíciles para los judíos de Bucovina. A la tensión creciente en la vida política de Rumania, se le vino añadir el creciente antisemitismo reinante en la sociedad rumana y la irrupción en la escena poolítica de un partido fascista pronazi, la Guardia de Hierro de Corneliu Codreanu. Paralelamente a estos hechos, muchas veces con expresiones violentas contra los judíos, la vida cultural de Cernauti era muy rica y contaba con numerosas instituciones, periódicos, teatros y todo tipo de expresiones. Desde una perspectiva cultural, la elección de la lengua alemana —en la que se publicaban la mayoría de los periódicos locales y en la que escribieron poetas como Alfred Margul Sperber, Rose Ausländer y el joven Paul Celan— se vio superada por el creciente impacto del yiddish, declarado como lengua materna por el 8,7 por ciento de la población de Bucovina. Entre los escritores yiddish figuraban Eliezer Shteynbarg e Itsik Manger.
Sin embargo, las condiciones de vida empeorarían súbitamente y Europa se encaminaba nítidamente hacia la guerra tras la anexión por parte de Alemania de los Sudetes y Austria, en 1938, y más tarde tras la ocupación de Bohemia y Moravia por tropas alemanas. Checoslovaquia había dejado de existir en los mapas y sonaban tambores de guerra en todo el continente.
Seguimos con el relato que nos detalla la Enciclopedia Yiyo:”Los judíos de Bucovina, ya oprimidos por el decreto de enero de 1938 que reconsideraba su ciudadanía, se convirtieron en el objetivo directo de la persecución tras el ultimátum soviético a Rumanía en junio de 1940, a raíz del cual Besarabia y el norte de Bucovina, incluyendo a Cernăuți, fueron transferidos a la URSS. Acusados por las autoridades y la opinión pública de apoyar al comunismo, los judíos del resto de Bucovina fueron sometidos —tras actos violentos de las tropas rumanas en retirada— a un conjunto de medidas discriminatorias, especialmente después de que el general Ion Antonescu llegara al poder en septiembre de 1940. Aunque protegida contra la persecución racial mientras estuvo en territorio soviético, la burguesía judía se convirtió en el objetivo de la represión económica y política, que culminó con la deportación de más de 3.500 personas a Siberia en junio de 1941”.
Pero lo peor estaba por llegar porque la situación, a pesar de lo ya padecido, era susceptible de empeorar, tal como ocurriría. Así nos relata lo ocurrido el Yad Vashem: “Un año después, el Eje invadió la Unión Soviética y Bucovina del Norte fue reocupada en junio-julio de 1941. Esta reocupación tuvo un efecto desastroso en la población judía, ya que los soldados nazis y rumanos invasores comenzaron inmediatamente a masacrar judíos. Los supervivientes fueron obligados a vivir en guetos, a la espera de su traslado a campos de trabajo en Transnistria. 57.000 habían llegado allí en noviembre de 1941, incluidos unos 3.000 de Dorohoi. En octubre de 1943, la ley que obligaba a los judíos a llevar la estrella de David fue revocada y se permitió a los judíos moverse libremente por la capital. Cuando las fuerzas soviéticas recuperaron Bucovina en febrero de 1944, menos de la mitad de toda la población judía de la región había sobrevivido. La mayoría de ellos se fueron a Rumania después de la guerra, donde las políticas más liberales permitieron la emigración a Israel”.
En medio de esta tragedia, caracterizada por la persecución, el terror y el odio, hay que reseñar al menos un hecho heroico protagonizado por el alcalde de Cernauti, Trajano Popovici, quien salvó a algo más de 20.000 judíos al convencer a las autoridades rumanas de que eran fundamentales para la economía local y los incluyó en una larga lista de “trabajadores esenciales”. Aunque murió después de la guerra en el olvido absoluto, condenado por las autoridades de entonces por estos hechos y sin ningún reconocimiento hasta que, en 1969, el Yad Vashem lo reconoció póstumamente como Justo entre las Naciones por su noble acción. En la actualidad, se calcula que en toda la región de Bucovina vivirían algo menos de 200 judíos, contando a las dos partes, la rumana y la ucraniana.
Fuentes citadas y consultadas:
Le Grand Continent:
Enciclopedia Yiyo:
https://yivoencyclopedia.org/
Centro de Recursos de la Shoah Yad Vashem:
https://www.yadvashem.org/
Wikipedia:
https://en.wikipedia.org/wiki/