EL GUETO DE VARSOVIA EXPLICADO

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VISITANDO EL GUETO DE VARSOVIA

El pasado verano realicé un viaje a Varsovia y después de varias lecturas, entre ellas El pianista de Wladislaw Szpilman que dio título y guión a la película del mismo nombre de Roman Polásnky, reocorrí aquellos lugares históricos que todavía recuerdan al gueto de Varsovia. Les comparto mis notas, recuerdos, fotos y lugares visitados durante mi viaje.

por Ricardo Angoso

En septiembre de 1939, el ejército alemán ocupa Polonia en apenas una semanas, llegando hasta la capital, Varsovia, y estableciendo un régimen de ocupación tras la rendición -y huida- del ejecutivo polaco. Desde ese momento, Polonia dejó de existir, siendo repartida en varias zonas de ocupación y el país quedó troceado entre la Unión Soviética, que había firmado con los nazis un pacto infame para repartirse el territorio polaco, y la Alemania nazi. Varsovia, la antaño esplendorosa capital polaca, quedaba en manos alemanas y todo vestigio de la antigua administración central y local era borrado definitivamente para siempre, siendo eliminados, encarcelados y asesinados miles de servidores públicos polacos.

Se calcula que la ciudad de Varsovia tenía en el año 1939 una población de 1.300.000 personas, de las cuales el 30% -unas 400.000- eran judíos y, en todo el país, la cifra se elevaba a los 3,0 millones, siendo la comunidad hebrea más alta del continente y agrupando el 20% del censo mundial de judíos, según datos de la época. Los nazis, que nunca ocultaron antes y después de la guerra que pretendían acabar para siempre con la “judería internacional”, atraparon, al ocupar Polonia, a toda esta población judía, objetivo criminal y principal de su política de exterminio de todos los judíos europeos.

Sin embargo, pese a la tragedia que se vivió de puertas adentro del esta gran ergástula, hay que reseñar que en el año 1943 se produjo el heroico levantamiento del gueto de Varsovia, cuando la diezmada población judía de este gran recinto carcelario se levantó en armas contra los ocupantes nazis, en previsión de una segura deportación y su consabida fatal suerte. La población judía en ese momento, tras haber sido enviada masivamente a los campos de concentración y haber muerto miles de judíos a causa del hambre, las enfermedades y los malos tratos infligidos por los ocupantes, podría llegar en esos momentos a las 60.000 personas como mucho. 

El levantamiento comenzó inesperadamente el 18 de Abril de 1943, cuando soldados de las SS que estaban haciendo caminar en fila a una columna de judíos hacia la estación de tren para ser deportados, fueron de forma repentina sorprendidos por una lluvia de balas procedentes de las terrazas que cayó sobre ellos en el nexo de unión de la calle Zamenhofa con Niska, en pleno centro histórica de la ciudad de Varsovia, causando algún muerto entre los alemanes y también varios heridos. Al mismo tiempo, otros disparos se reprodujeron en el Taller de Cepillos y el Taller Tobbers-Schultz, lo que obligó tantos a las tropas de las SS como a los agentes de la policía judía, que abandonaros sus armas de fuego en favor de los insurgentes, todo hay que decir a su favor, a abandonar el Gueto de Varsovia mientras los sublevados izaban en la plaza Muranowska tanto la bandera de Polonia como la insignia azul de Israel.

La insurrección de los judíos de Varsovia sorprendió a todos, pero muy especialmente a los alemanes, que tuvieron que enviar ingentes fuerzas y recursos, junto con centenares de voluntarios polacos y ucranianos, principalmente, a sofocar la protesta armada. Los judíos levantados en armas, exhaustos y ante una fuerza desproporcionada empleada por los alemanes, resistieron valientemente durante un mes, entre abril y mayo de 1943, rindiéndose algunos, suicidándose otros o inmolándose ante sus atacantes tras semanas de lucha. El balance final del levantamiento del gueto de Varsovia dejó un saldo de 70.000 judíos muertos, entre estos 13.000 caídos en la lucha y 56.065 hechos prisioneros, de los cuales 7.000 serían fusilados de inmediato y el resto deportados con su consiguiente gaseamiento en el campo de exterminio de Treblinka, muy cercano a Varsovia. Respecto al Eje, se registraron 17 soldados alemanes muertos y otros tanto auxiliares entre polacos, ucranianos, bálticos, así como un total de 93 heridos. (Fuente consultada y citada: https://www.eurasia1945.com/acontecimientos/crimenes/gueto-de-varsovia/).  

Esta insurrección de los judíos del gueto de Varsovia animó a los polacos, unos meses más tarde, al fatídico levantamiento de la capital polaca, también inmolada ante los nazis sin que los soviéticos, que se encontraban a las puertas de la ciudad y contemplando la batalla sin hacer nada, movieran un dedo por ayudarles, entre agosto y octubre de 1944. La capital polaca, pero especialmente su antiguo barrio judío, quedó completamente destruida después de la guerra y la comunidad hebrea nunca más volvería a recuperar su viejo esplendor.

Tras la guerra, y sobre todo debido a la puesta en marcha de la denominada  “solución final” -el Holocausto o la Shoah-, quedaban en Polonia algo menos de 45.000 hebreos, de los cuales una buena parte marcharían después de la contienda tras la imposición de un gobierno comunista en el país y por la persistencia de un marcado antisemitismo en la sociedad polaca. El Holocausto y las penalidades sufridas por los judíos polacos, entre 1939 y 1945, pasarían al olvido y la dictadura comunista nunca rendiría el merecido homenaje a los millones de asesinados, sino más bien lo contrario; el asunto era un tema meramente alemán y no atañía a los polacos, pese a que miles de ciudadanos de esa nacionalidad habían engrosado las filas de los verdugos voluntarios de Hitler durante las bárbaras matanzas perpetradas.

Bastaría recordar que en julio del año 1946, cuando ya había concluido la Segunda Guerra Mundial y el país ya estaba ocupado por los soviéticos, ocurrió un pogrom -matanza- en la pequeña localidad Kielce, donde la población hebrea fue hostigada, atacada y masacrada. En total, cuarenta y dos judíos fueron asesinados y alrededor de cincuenta más fueron heridos. El ataque causó una profunda conmoción en la sociedad polaca, que nuevamente revivía la triste experiencia de lo acontecido durante la ocupación nazi, y provocó, casi automáticamente, una migración masiva de cientos de miles de judíos de Polonia y otros países de Europa oriental y  central hacia Israel u Occidente.

CONOCIENDO EL GUETO DE VARSOVIA

A continuación, vamos a realizar un tour guiado por aquellos lugares que todavía perduran y conservan algunos restos de lo que fue, en su momento, el gueto de Varsovia, un espacio que según su trazado en forma de rectángulo tenía 4’5 kilómetros de largo por 2’5 kilómetros de ancho y estaba dividido en dos secciones, concretamente el gueto grande y el gueto Pequeño que se comunicaban a través de un puente de madera sobre la calle Chlodna. Allí se hacinaron, como ya hemos dicho antes, más de 400.000 judíos durante varios meses, incluso años algunos.

Umschlagplatz. Comenzamos nuestro recorrido en este lugar donde los judíos eran agrupados para ser transportados en trenes hacia los campos de la muerte, pero especialmente hacia Treblinka y Auschwitz. Se calcula que unos 300.000 judíos fueron deportados desde ese lugar, mundialmente famoso porque fue recreado en la película El pianista, y actualmente es un memorial de homenaje y recuerdo a los millones de judíos asesinados en la Segunda Guerra   Mundial.

Desde este lugar podemos visitar el Museo Polin, en donde se nos explica de una forma gráfica a través de numerosos recursos multimedia, imágenes, vídeos, fotos y más materiales, la historia de los judíos de Polonia desde su llegada a este país hasta fechas más recientes, atravesando todos los periodos históricos con profusión de datos y elementos. Es, quizá, uno de los mejores museos judíos de Europa, de visita obligada en Varsovia, y en sus alrededores podemos ver el bello monumento a los héroes del gueto. Muy cerca de este gran museo y apenas caminando unos pocos pasos está la calle Stauwki, en cuyo número 10 podemos ver, en la parte de atrás del Complejo de Escuelas Secundarias y Economía, un fragmento preservado de la pared del gueto que era la frontera con Umschlagplatz.

Desde allí, nuestra siguiente parada es el cementerio judío de Varsovia, que durante la Segunda  Guerra Mundial sirvió de refugio, entre sus tumbas y la frondosidad de su vegetación, a muchos judíos que huían de la persecución nazi. Fue fundado este cementerio en 1780 por el comerciante judío Szmul Zbytkower, quien recibió en agosto de este año el privilegio por parte del rey Stanislao  de abrir esta área sagrada en la villa de Targowék, aunque seguramente los primeros entierros en dicha zona sagrada se produjeron en los años cincuenta y sesenta de esa misma centuria. El cementerio inicialmente comprendía 18,5 hectáreas y servía para enterrar a los miembros de las comunidades judías de Praska y Varsovia.

Los fundadores del cementerio, como Szmul Jakubowicz Zbytkower y Abraham Stern, miembro notable de la Sociedad de Amigos de la Ciencias de Polonia, serían enterrados en este recinto sagrado junto a otras prominentes figuras de la vida judía, como el poeta Antoni Stonimski, en el siglo XIX, la época dorada de la vida judía centroeuropea tanto en la capital polaca como en otros lugares, tal como relataría Stefan Zweig en La vida de ayer. Durante la Segunda Guerra Mundial, nada más producirse la ocupación alemana de Polonia, los nazis destruyeron una buena parte del recinto, usando parte de las tumbas en la construcción de carreteras, e imposibilitando el acceso al recinto de la comunidad. Luego el cementerio, tras el dramático final de la comunidad polaca, enviada a los campos de la muerte, quedó en el abandono. No hay muchas tumbas a partir del año 1939, cuando comienzan las primeras medidas antihebreas y se crea el tristemente conocido gueto de Varsovia. Actualmente, es una de las grandes atracciones monumentales judías de la ciudad y está en un perfecto estado de conservación, teniendo en su interior numerosas placas y esculturas en recuerdo a las víctimas de la Shoah, entre las que destaca una dedicada a Janusz Korzcak. 

En esta misma calle donde se encuentra el cementerio, en el número 78 de Okopowa, podremos ver un fragmento del muro que rodeaba los edificios de Fábrica de Curtidos Temler y Szwede – que se observa desde el lado de una gasolinera en calle Stawki, frente a la salida de la calle Smocza- y que fue al mismo tiempo la separación de la zona aria del gueto durante todo el período de existencia del distrito cerrado.

LOS RESTOS Y FRAGMENTO DEL GUETO REPARTIDOS POR VARSOVIA

La siguiente parada será en la calle Chlodna y desde allí nos dirigiremos hasta la calle Electoralna, lugares  recreados con fantástica precisión por el director de cine Roman Polánsky en la película El pianista, cuya historia narra las peripecias del músico Wladislaw Szpilman contadas en un libro de memorias con el mismo título que el filme. En Chlodna, 41, por cierto hay fragmento original de lo que fue un muro del Gueto y donde algunos visitantes colocan flores en recuerdo a los judíos fallecidos. Paralela a esta calle discurre la calle Ogrodowa, donde en el número 55 podemos observar que la pared lateral de esta casa de vecinos era un fragmento de la frontera oeste del pequeño gueto que se extendía en la parte posterior de la propiedad en la calle Wronia. 

Camino a nuestros siguientes objetivos debemos hacer parada en la calle Krochmalna, en el número 4/28, y observar que la pared lateral de una casa de vecinos era un fragmento de la frontera norte del pequeño gueto, y también en la calle Waliców, en el número 11, donde podremos ver una pared preservada del edificio perteneciente a la cervecería antigua de Herman Jung, lugar constituyó la frontera del gueto desde noviembre de 1940 hasta agosto de 1942 y otro de los pocos vestigios que encontraremos en la ciudad de  este gran recinto carcelario.

Desde esta zona, caminaremos hasta las cercanas calles Sienna y Zlota, donde quedan algunos de los pocos restos físicos del gueto, donde deberemos hace parada en el número 55 de la primera de ellas y en el 62 de la segunda, respectivamente, donde encontraremos restos de los muros del gueto. El 62 de Zlota es especialmente visitado y cuenta con un fragmento de la pared de un edificio de antes de la guerra con una altura de aproximadamente 6 metros, que formaba parte del muro del gueto, y donde se ubica  una placa conmemorativa destapada el 26 de mayo de 1992 por el presidente de Israel,  Jaim Herzog, durante una visita oficial en Polonia, así como con el plano del gueto de Varsovia. Y en el número 53 de Sienna hay una placa con un mapa del gueto en bronce que recuerda también un antiguo fragmento de esta gran cárcel.

Muy cerca de estos lugares nos dirigiremos andando hasta la calle Swietojerska, en la esquina con Nowiniarska, y donde nos encontraremos con el límite del gueto  marcado aquí por un muro, cuyo pequeño fragmento se encuentra a la entrada del aparcamiento subterráneo en la parte posterior del edificio del Tribunal Supremo. Desde allí caminaremos unos pasos más hasta la calle Prózna, una zona que sobrevivió a la destrucción causada por la guerra y que ha conservado su nombre tras las invasiones rusas y alemanas. Se conservan en ella los diferentes carteles que tuvo según el idioma del invasor, encontrando algunas casas en la zona con restos de las balas y la metralla de los combates que se dieron entre los ocupantes alemanes y los libertadores soviéticos de la época de la Segunda Guerra Mundial.

Muy cerca de esta zona debemos visitar el monumento a Janusz Korczak, el médico que se negó a abandonar a los doscientos niños que cuidaba en un orfelinato cuando los nazis les obligaron a marchar hacia el campo de concentración de Treblinka y que compartió con ellos la misma y fatal suerte en el verano de 1942. Muy cerca de la escultura dedicada este auténtico héroe que se inmoló con estos dos centenares de niños judíos, estaba el antiguo orfelinato, en la misma calle Sienna ya reseñada.

Terminando nuestro viaje por el gueto de Varsovia, queremos recomendarte varios lugares especialmente interesantes y significativos para los judíos de Polonia. Uno de ellos es la antigua librería judía más importante de la ciudad, que sobrevivió a la guerra y se puede visitar, donde actualmente se aloja el Instituto Judío de Historia y ubicado en la calle Tomackie, 5. Tampoco podemos dejar de lado la sinagoga Nozyk ,la única que  sobrevivió a las bombas durante la guerra  y que los nazis la utilizaron como almacén en la época de la ocupación. Se mantuvo intacta a pesar de que absolutamente todo a su alrededor fue arrasado. No es muy monumental, pero se puede visitar y tiene el interés histórico de ser uno de los pocos vestigios de la vida judía de la ciudad, ubicándose muy cerca de los otros lugares reseñados, en la calle Twarda número 6. 

El último de los lugares que recomendamos en este viaje a través del tiempo y el espacio es la prisión de Pawiak, hoy convertida en museo y que quedaba ubicada en la misma frontera del gueto, tal como se señala en el acera de acceso al mismo con unas marcas  bien visibles. Hemos recogido, en las páginas oficiales de una Web polaca dedicada a la promoción turística de Varsovia, esta reseña que reproducimos literalmente por su interés:”Durante la Segunda Guerra Mundial pasaron por sus celdas las personas detenidas en redadas callejeras, a menudo mujeres y niños, aunque también combatientes de la resistencia. Situada en pleno centro de la ciudad, esta cárcel fue testigo de crímenes masivos que dejaron conmocionada a la Varsovia de los tiempos de guerra. Según estimaciones, el número de reclusos de Pawiak asciende a unas 100 mil personas, de las que unas 37 mil fueron fusiladas y unas 60 mil enviadas a los campos de concentración u obligadas a trabajos forzosos. El 21 de agosto de 1944 las tropas alemanas destruyeron a través de su voladura casi todo el conjunto penitenciario”. (Fuente citada y reseñada: https://warsawtour.pl/es/museo-de-la-prision-de-pawiak/).

Finalmente, si se tiene tiempo, te recomendamos también una visita a la calle Marszalkowska , donde encontrarás, en los números 7, 9, 12 y 15, lo que queda de lo que fueron unas increíbles casas del siglo XIX. Hoy sólo permanecen las reminiscencias de esas viviendas en ruinas,  acabadas por la guerra y los bombardeos alemanes y soviéticos, unas sombras que reflejan el lado más oscuro del alma humana, la prueba viviente no sólo de la devastación que sufrieron en esta parte de la ciudad sino en toda Polonia.

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