CLUJ NAPOCA, CAPITAL DE LA TRANSILVANIA JUDIA

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CLUJ NAPOCA, CAPITAL DE LA TRANSVILVANIA JUDIA

La región de Transilvania, en el corazón de Rumania, tuvo una intensa y rica vida judía desde la Edad Media hasta casi la mitad del siglo XX, en que el Holocausto truncó como rama de un árbol esta presencia y fue el final de una historia bicentenaria. Cluj  Napoca fue su capital histórica y una ciudad surcada por su indeleble identidad hebrea.

por Ricardo Angoso

En lo que se refiere a los orígenes de la comunidad hebrea en Cluj Napoca, que siempre fue la capital cultural, histórica y política de Transilvania durante el dominio húngaro de la región, hay que reseñar que un documento de 1481 es la primera evidencia de una presencia judía en la ciudad. Sin embargo, sólo a finales del siglo XVIII se permitió a los judíos asentarse en Cluj; durante los siglos XVII y XVIII, los judíos que querían vivir en Transilvania estaban restringidos a la ciudad de Alba Iulia. (Fuente: https://dbs.bh.org.il/place/-cluj-cluj-napoca).

La presencia judía en Transilvania está atestiguada desde la Edad Media, aunque seguramente, como pasa en otras partes de Europa, fue anterior y pudo remontarse a la época romana. Sin embargo, si nos atenemos a las fuentes escritas, las primeras noticias datan de ese período histórico, tal como nos explica el profesor Alber Lázaro-Tinaut: “Desde la Edad Media, los judíos se asentaron en los principados de Valaquia (Țara Românească), Moldavia (Moldova) y Transilvania (Erdély, en húngaro; Siebenbürgen, en alemán), que entre los siglos XV y XIX (hasta finales del XVII, en el caso de Transilvania) fueron estados vasallos del Imperio otomano y más tarde, tras diversas vicisitudes, se integraron en el Reino de Rumanía (1881-1947), y sucesivamente en la República Popular Rumana (1947-1958), la República Socialista de Rumanía (1958-1989) y la República de Rumanía actual. Situadas en una zona de intersección de fronteras y limítrofe con reinos e imperios poderosos, las tierras de aquellos principados fueron un área de controversias y, al mismo tiempo, de confluencia cultural”.

De hecho, como fruto de esa diversidad cultural a la que se refería este investigador, el territorio de Transilvania cambió de manos en numerosas ocasiones. Perteneció al Imperio Austro-Húngaro hasta 1918, después paso a manos de Rumania, que en virtud del Arbitraje de Viena, en 1940, la tuvo que entregar a Hungría por la imposición de Italia y Alemania, y finalmente, en 1945, cuando los soviéticos ocuparon a Hungría y a Rumania, Transilvania volvió a manos rumanas hasta al día de hoy. Los rumanos siempre la consideraron como uno de sus territorios históricos, mientras que para los húngaros era una parte irrenunciable de su herencia cultural y territorial, una suerte de cuna sagrada del pueblo magiar.

Pero también es una tierra muy ligada al pueblo hebreo y donde hubo una importante comunidad. En 1940, cuando fue entregada a Hungría por su alianza con las potencias fascistas y como favor por su contribución a la guerra al lado de la Alemania nazi, se calcula que en el territorio que los rumanos denominaban como Transylvania del Norte había una una población total de 2.5 millones, de los cuales 170.000 eran judíos. La mayoría de estos hebreos vivía en las áreas de Dej, Cluj, Sighetu Marmatiei, Targu Mures, Oradea y Satu-Mare. Si añadiéramos los territorios de Transilvania que quedaron en manos de Rumania muy seguramente la población total de judíos viviendo en la región superarían los 215.000.

En lo que respecta a la población judía de Cluj, según los censos de la época que hemos encontrado en la completa obra Istoria Evreilor din Transilvania (1623-1944), de la que es autor el profesor de la Universidad de Nueva York Moshe Camily-Weinbergerg, en 1930 vivían en el departamento de Cluj unos 17.000 judíos, de los cuales 13.504 vivían en la capital (12,7% del censo total de la urbe), una cifra que pudo aumentar debido a las persecuciones en otras partes de Europa y a la huida de numerosos judíos procedentes de Alemania, Austria, Hungría y la misma Polonia, donde ya se había puesto en marcha la maquinaría criminal del Holocausto, y que arribaron hacia zonas teóricamente ¨libres¨ de la persecución a manos de los nazis y sus aliados.

UNA REGION PLAGADA DE CONFLICTOS

Como en otras partes de Europa, la suerte de estas comunidades cambió drásticamente y de la forma más adversa tras la puesta en marcha de la “solución final”, tal como relata un informe sobre la cuestión elaborado por Radio Romania International: “El 19 de marzo de 1944, Hitler ordenaba al ejército alemán que ocupara Hungría y que instaurara un gobierno formado por el Partido de la Cruz Flechada, de extrema derecha, fascista y antisemita. La operación llevó el nombre de “Margarita I” y fue concebida para prevenir una posible salida intempestiva de Hungría de la guerra, tal como había ocurrido con Italia en 1943. Un plan similar para la ocupación de Rumanía estaba en posesión del embajador del Reich en Bucarest, Manfred von Killinger, y llevaba el nombre de “Margarita II”.

A partir de esos hechos, los planes de exterminio que tenían previstos los alemanes, en colaboración con sus aliados húngaros, se precipitaron dramáticamente, tal como sigue detallando este relato:”La instauración del régimen del Partido de la Cruz Flechada, encabezado por Ferenc Szálasi, coincidió con el inicio de una inmensa oleada de persecuciones antisemitas en Transilvania del Norte, región ocupada por Hungría tras el arbitraje de Viena del 30 de agosto de 1940. Según diversas estimaciones, entre 150.000 y 200.000 judíos fallecieron en los campos de concentración nazis en unos cuatro meses, entre mayo y octubre de 1944. Casi 15.000 de ellos fueron deportados entre los años 1941-1944. En Hungría, centenares de judíos ni siquiera llegaron a los campos de exterminio, ya que fueron fusilados y tirados al Danubio”. (Fuente citada y consultada: http:// www.rri.ro/es_es/70_aos_desde_la_deportacion_de_los_judios_de_transilvania_del_norte-15315).

De los 13.000 judíos que había en Cluj antes de la guerra, solamente unos 80 sobrevivieron al Holocausto, según se asegura en la página web de la comunidad judía de la ciudad, es decir casi, el 99% de la población judía fue exterminada. La rica y casi bicentenaria vida hebrea de la ciudad se esfumaba para siempre.

DEL GUETO DE CLUJ NAPOCA A LA ERA COMUNISTA

En Cluj Napoca, como en otras ciudades de Transilvania, hubo un gueto pero por un breve periodo de tiempo. ¨El tres de mayo de 1944, comenzó la guetización de Cluj Napoca (Kolozsvar), que se completó en una semana. Eso fue menos de dos meses después de que los nazis pusieran en marcha la Operación Margarette el 19 de marzo, mediante la cual la Wehrmacht puso a Hungría bajo un gobierno títere¨, asegura la enciclopedia Wikipedia en una de sus entradas referida a este gueto. Al parecer, los judíos fueron concentrados en la fábrica de ladrillos Iris en la zona norte de la ciudad, que consistía principalmente de barracas usadas para secar ladrillos y mosaicos, y que estuvo en uso durante años, incluso después de la guerra.

El gueto de Cluj era más un lugar de asentamiento para el posterior envío de los judíos a los campos de la muerte que un verdadero gueto propiamente dicho y carecía prácticamente de todas las instalaciones para que los aproximadamente 18.000 judíos de la ciudad y sus alrededores fueran encerrados y alojados. El gueto fue organizado rápidamente por las autoridades alemanas, más concretamente por las SS, y fue puesto bajo la autoridad de un colaborador local, Lászlo Urbán, jefe de la policía de Cluj y fiel esbirro de los nazis. En el interior de este gueto había un edificio donde los judíos eran torturados sistemáticamente y después, muchos de ellos, asesinados tras haber revelado donde habían escondidos sus bienes. El gueto fue liquidado entre el 25 de mayo de 1944 y el 9 de junio de ese mismo año en seis transportes ferroviarios con destino al campo de concentración de Auschwitz.

El militar y sobreviviente del gueto de Cluj Oliver Lustig narraría estos hechos de la siguiente forma: “En uno de estos transportes para los judíos, el quinto concretamente, que partió el seis de junio de la ciudad de Cluj ocupada en aquel entonces por los fascistas húngaros, en el penúltimo vagón, al lado de otros 70, estaba yo, también con mis padres y mis hermanos. En el vagón era imposible moverse a causa de la terrible aglomeración de personas, maletas, morrales, de toda clase de cachivaches echados en desorden. El aire era insoportable. Los hombres hacían sus necesidades en palanganas, en cubos, pero no había manera de verterlos. Tampoco era posible sacar los cadáveres del vagón. Las puertas estaban cerradas. El calor excesivo aumentaba el hedor. Las madres, sintiendo que se les ahogaban los hijos, gritaban pidiendo aire. Al tercer día, en el vagón no había una gota de agua. También empezaba a faltar la comida. Los ancianos oraban y maldecían. Los niños lloraban. Las exhortaciones a guardar calma y no perder la esperanza se mezclaban con exclamaciones desesperadas, histéricas. Y el tren no se detenía. Seguía su corrida loca por la noche fascista…Al cuarto día la locomotora de nuestro tren se detenía, habíamos llegado a nuestro mortal destino”.

Varios sobrevivientes de Cluj, entre los que se encontraba el propio Lustig, regresaron a la ciudad tras el Holocausto y se les unieron otros llegados de otras áreas; en 1947, la ciudad fue el hogar de 6.500 judíos. Las oraciones se llevaban a cabo en tres sinagogas, de las cuales por cierto hay referencia en algunas obras literarias -entre ellas Irse de Rumania, de Mihai Grunfeld- y la comunidad mantuvo una carnicería y una cantina kosher. Se reabrieron una escuela primaria judía y una escuela secundaria, y se estableció una escuela vocacional para ayudar a los sobrevivientes a encontrar trabajo. Sin embargo, estas instituciones se cerraron en 1948, cuando las autoridades comunistas impusieron su propio sistema de educación a la población y acabaron con todos los cultos religiosos.

Finalmente, muchos de los judíos de la comunidad emigraron a Israel u otros países occidentales tras la llegada de la gélida noche comunista. En 1970, quedaban 1.100 judíos (340 familias) en Cluj. A fines del siglo XX, la población judía había disminuido en más de la mitad, según los escasos datos de los que tenemos noticia, y la comunidad tendría en la actualidad algo más de 400 miembros, según relata la misma página de la misma.

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